Me fue enviado por correo electrónico...comparto con ustedes mis estimados lectores, que no estamos de acuerdo con la impunidad de los cuatreros de ayer, hoy o mañana...ni con aquellos que cubiertos con piel de oveja y la "legalidad", pretenden destruir la República y su expresión publica contenida en la Constitución y las leyes, manipulando y engañando al "proletariado" bajo el guiso de "participación y soberanía del pueblo". Esos conceptos deberían ser permanentes e indispensables para nuestra democracia, pero en el caso de los modernos mesías del Socialismo del Siglo XXI, solamente perduran hasta llegar al poder, si no pregunten que tanta libertad de opinión y expresión hay en Cuba, Nicaragua, Venezulea, Cambodia o Corea del Norte...o China Continental por si acaso...
DESHONOR, DIVISIÓN E IMPUNIDAD
Por: Guillermo Fiallos A.
Lo que se ha visto y vivido en Honduras en los últimos años, meses y
días, sólo tiene un calificativo: indecible.
No hay palabras para describir el torrente de humillaciones,
menosprecio, traiciones, violaciones y negociaciones oscuras que se
han dado. Sus malos hijos han mutilado el honor patrio.
Se han anulado juicios, convertido en inocentes a verdaderos
forajidos, debilitado la institucionalidad, comprado conciencias de
funcionarios que parecían incorruptibles y que, en lugar de aplicar la
ley, la han ensuciado vilmente.
Los infames de ayer han pasado, gracias al gobierno y sus capataces
internacionales, a transformarse en los estadistas de hoy.
Sus redentores han hecho gala del minúsculo Homo Sapiens que,
presumiblemente, habita en ellos. En cambio, los facinerosos han
sabido exaltar su Homo Faber, pues fabricaron enormes fortunas a costa
de atracar las arcas del Estado. Hoy se les premian sus actos de
pillaje estatal, de ofensa ciudadana y de latrocinio descarado; y se
les deja libres como inocentes gacelas que corren y pastan en los
jardines de Casa Presidencial.
La vulnerabilidad del honor de la República ha quedado evidenciada,
cuando se ha tranzado por encima de la Constitución, y se ha llevado a
la cúspide de la ignominia el inocultable señorío del malhechor frente
a la legislación vigente.
Deshonor y más deshonor se ha filtrado por las venas del país. Se ha
vendido la honra al mejor postor. Se ha vuelto a entregar la seguridad
nacional al mafioso sudamericano que está dispuesto a vengar la
derrota que un pueblo hondureño firme y valiente, le propinó en el
2009.
La dignidad se ha diluido a cambio del maldito oro negro, del apoyo
para perpetuarse en el poder a través del espejismo de un
reconocimiento internacional, que servirá de mampara para convocar a
una Constituyente, con la cual, se ha hecho creer a Toño y María, que
de pobres pasarán a ricos… que de iletrados se convertirán en eruditos
y que, por arte de magia, entrarán a través de las ventanas de sus
casas: la felicidad terrenal, el bienestar material y el despegue
económico que les permitirá bañarse en sus tinas de fina porcelana,
con monedas de plata al estilo del Tío Mc Pato.
Por otro lado, la división de la sociedad con el retorno del “hijo
pródigo”, en lugar de unirla, más bien la ha distanciado aun más.
Si miles y miles de nacionalistas se mostraban molestos por la poca
atención que el gobierno les había dispensado; ahora, están furiosos,
indignados e indescriptiblemente arrepentidos, por haber llevado al
poder a ese grupo que califican de traidores y apátridas.
Y es que no sólo los nacionalistas decentes se encuentran fastidiados,
sino también, la mayoría del pueblo hondureño al contemplar la
barbarie jurídica-política en la que sinuosos dirigentes, han
sumergido a la nación.
El enfrentamiento y la división de la sociedad con todos los actos
increíbles de corrupción y abuso de poder, que ha cometido este
gobierno a través de sus tres poderes y de otros entes estatales, es
cada día más palpable y vergonzoso.
La República fue y está siendo gobernada por mujeres y hombres que
trabajan bajo la penumbra, que muestran una cara a través de los
medios de comunicación pero, que por detrás le han clavado puñalada
tras puñalada al pueblo hondureño.
Al Partido Liberal, lo dejó hecho pedazos aquél que nunca debió haber
llegado al poder, pues con sus ambiciones continuistas y su lenguaje
populista mostró su servilismo descarado hacia el golpista venezolano.
Sin embargo, las desgracias y todas las pestes bíblicas de Egipto,
también han llegado a las puertas del Partido Nacional. Aunque menos
visible la crisis que la de su tradicional oponente, este instituto
político está profundamente dividido por las actitudes suicidas y
erráticas del actual gobierno.
Lamentablemente, sus líderes más conspicuos no han tenido el valor de
enfrentarse a los dos señores omnipotentes que dominan el partido. No
obstante, su silencio es sinónimo de complicidad y de un acuerdo
tácito con las directrices que aquéllos han tomado.
El pueblo nacionalista está cansado de tanta impunidad, de que sus
representantes en el Ejecutivo y el Legislativo han, cínicamente,
presionado para que se ejecute un lavado a los delitos y crímenes de
funcionarios del Poder Ciudadano. Ni siquiera obligaron a un
despersonalizado Poder Judicial a repartir, a diestra y siniestra,
cartas de libertad sino que, lo forzaron a doblegarse como dócil
corderito y anular juicios y órdenes de captura.
¡Qué indecencia más grande! ¡Qué mácula más profunda y mortal para el
Partido Nacional! En lugar de gobernar, se ha encargado de proteger a
bandoleros y de ofrecerles todas las facilidades, para que haya un
borrón y cuenta nueva.
La impunidad campea de Ocotepeque a La Mosquita, de Choluteca a las
Islas de la Bahía.
Y ahora, quienes condenaban años atrás la violación a la Constitución
de la República, la están transgrediendo al pretender convocar a una
Constituyente. Impunidad, impunidad y más impunidad. Si Honduras fuera
de verdad un país de leyes, muchos de los de ayer y de los de hoy,
estarían en la cárcel.
Que no vuelva la comunidad internacional a increparnos que somos uno
de los pueblos más corruptos del planeta, pues ésta con sus peones
catrachos, ha violentado nuestro estamento jurídico y ha favorecido la
impunidad.
Naciones hipócritas y organismos internacionales pérfidos. De ahora en
adelante no tienen moral, voz ni voto para censurar a esta Honduras
que ustedes mismos, han contribuido en fomentar como una tierra de
salvajes y de injusticia.
Los habitantes honestos de esta tierra que somos más que los traidores
y vende patria, urgimos de dirigentes íntegros, con sentido del honor
y con un código ético fuertemente arraigado.
Líderes con valores, de una sola pieza y no como los que hemos tenido
que son un rompecabezas, que ni ellos mismos pueden armarse su propia
personalidad.
¡Basta de tanto deshonor… Basta de tanta división… Basta de tanta
impunidad! Los ciudadanos merecemos más calidad de vida y respeto que
ni los del pasado ni los del presente, nos los están brindando.
Compatriotas no permitamos que sigan destruyendo a la República, su
institucionalidad y el Estado de Derecho. No dejemos que los
malvivientes sean nuestros portavoces. Ellos sólo nos cubren de fango
y deshonra.
Exijamos respeto a la ley y a la solución de problemas que aquejan a
la mayoría de nosotros.
Que se den cuenta de una vez por todas y en forma contundente, que:
¡No queremos saber nada de los CUATREROS DE AYER ni de los CUATREROS
DE HOY!
DESHONOR, DIVISIÓN E IMPUNIDAD
Por: Guillermo Fiallos A.
Lo que se ha visto y vivido en Honduras en los últimos años, meses y
días, sólo tiene un calificativo: indecible.
No hay palabras para describir el torrente de humillaciones,
menosprecio, traiciones, violaciones y negociaciones oscuras que se
han dado. Sus malos hijos han mutilado el honor patrio.
Se han anulado juicios, convertido en inocentes a verdaderos
forajidos, debilitado la institucionalidad, comprado conciencias de
funcionarios que parecían incorruptibles y que, en lugar de aplicar la
ley, la han ensuciado vilmente.
Los infames de ayer han pasado, gracias al gobierno y sus capataces
internacionales, a transformarse en los estadistas de hoy.
Sus redentores han hecho gala del minúsculo Homo Sapiens que,
presumiblemente, habita en ellos. En cambio, los facinerosos han
sabido exaltar su Homo Faber, pues fabricaron enormes fortunas a costa
de atracar las arcas del Estado. Hoy se les premian sus actos de
pillaje estatal, de ofensa ciudadana y de latrocinio descarado; y se
les deja libres como inocentes gacelas que corren y pastan en los
jardines de Casa Presidencial.
La vulnerabilidad del honor de la República ha quedado evidenciada,
cuando se ha tranzado por encima de la Constitución, y se ha llevado a
la cúspide de la ignominia el inocultable señorío del malhechor frente
a la legislación vigente.
Deshonor y más deshonor se ha filtrado por las venas del país. Se ha
vendido la honra al mejor postor. Se ha vuelto a entregar la seguridad
nacional al mafioso sudamericano que está dispuesto a vengar la
derrota que un pueblo hondureño firme y valiente, le propinó en el
2009.
La dignidad se ha diluido a cambio del maldito oro negro, del apoyo
para perpetuarse en el poder a través del espejismo de un
reconocimiento internacional, que servirá de mampara para convocar a
una Constituyente, con la cual, se ha hecho creer a Toño y María, que
de pobres pasarán a ricos… que de iletrados se convertirán en eruditos
y que, por arte de magia, entrarán a través de las ventanas de sus
casas: la felicidad terrenal, el bienestar material y el despegue
económico que les permitirá bañarse en sus tinas de fina porcelana,
con monedas de plata al estilo del Tío Mc Pato.
Por otro lado, la división de la sociedad con el retorno del “hijo
pródigo”, en lugar de unirla, más bien la ha distanciado aun más.
Si miles y miles de nacionalistas se mostraban molestos por la poca
atención que el gobierno les había dispensado; ahora, están furiosos,
indignados e indescriptiblemente arrepentidos, por haber llevado al
poder a ese grupo que califican de traidores y apátridas.
Y es que no sólo los nacionalistas decentes se encuentran fastidiados,
sino también, la mayoría del pueblo hondureño al contemplar la
barbarie jurídica-política en la que sinuosos dirigentes, han
sumergido a la nación.
El enfrentamiento y la división de la sociedad con todos los actos
increíbles de corrupción y abuso de poder, que ha cometido este
gobierno a través de sus tres poderes y de otros entes estatales, es
cada día más palpable y vergonzoso.
La República fue y está siendo gobernada por mujeres y hombres que
trabajan bajo la penumbra, que muestran una cara a través de los
medios de comunicación pero, que por detrás le han clavado puñalada
tras puñalada al pueblo hondureño.
Al Partido Liberal, lo dejó hecho pedazos aquél que nunca debió haber
llegado al poder, pues con sus ambiciones continuistas y su lenguaje
populista mostró su servilismo descarado hacia el golpista venezolano.
Sin embargo, las desgracias y todas las pestes bíblicas de Egipto,
también han llegado a las puertas del Partido Nacional. Aunque menos
visible la crisis que la de su tradicional oponente, este instituto
político está profundamente dividido por las actitudes suicidas y
erráticas del actual gobierno.
Lamentablemente, sus líderes más conspicuos no han tenido el valor de
enfrentarse a los dos señores omnipotentes que dominan el partido. No
obstante, su silencio es sinónimo de complicidad y de un acuerdo
tácito con las directrices que aquéllos han tomado.
El pueblo nacionalista está cansado de tanta impunidad, de que sus
representantes en el Ejecutivo y el Legislativo han, cínicamente,
presionado para que se ejecute un lavado a los delitos y crímenes de
funcionarios del Poder Ciudadano. Ni siquiera obligaron a un
despersonalizado Poder Judicial a repartir, a diestra y siniestra,
cartas de libertad sino que, lo forzaron a doblegarse como dócil
corderito y anular juicios y órdenes de captura.
¡Qué indecencia más grande! ¡Qué mácula más profunda y mortal para el
Partido Nacional! En lugar de gobernar, se ha encargado de proteger a
bandoleros y de ofrecerles todas las facilidades, para que haya un
borrón y cuenta nueva.
La impunidad campea de Ocotepeque a La Mosquita, de Choluteca a las
Islas de la Bahía.
Y ahora, quienes condenaban años atrás la violación a la Constitución
de la República, la están transgrediendo al pretender convocar a una
Constituyente. Impunidad, impunidad y más impunidad. Si Honduras fuera
de verdad un país de leyes, muchos de los de ayer y de los de hoy,
estarían en la cárcel.
Que no vuelva la comunidad internacional a increparnos que somos uno
de los pueblos más corruptos del planeta, pues ésta con sus peones
catrachos, ha violentado nuestro estamento jurídico y ha favorecido la
impunidad.
Naciones hipócritas y organismos internacionales pérfidos. De ahora en
adelante no tienen moral, voz ni voto para censurar a esta Honduras
que ustedes mismos, han contribuido en fomentar como una tierra de
salvajes y de injusticia.
Los habitantes honestos de esta tierra que somos más que los traidores
y vende patria, urgimos de dirigentes íntegros, con sentido del honor
y con un código ético fuertemente arraigado.
Líderes con valores, de una sola pieza y no como los que hemos tenido
que son un rompecabezas, que ni ellos mismos pueden armarse su propia
personalidad.
¡Basta de tanto deshonor… Basta de tanta división… Basta de tanta
impunidad! Los ciudadanos merecemos más calidad de vida y respeto que
ni los del pasado ni los del presente, nos los están brindando.
Compatriotas no permitamos que sigan destruyendo a la República, su
institucionalidad y el Estado de Derecho. No dejemos que los
malvivientes sean nuestros portavoces. Ellos sólo nos cubren de fango
y deshonra.
Exijamos respeto a la ley y a la solución de problemas que aquejan a
la mayoría de nosotros.
Que se den cuenta de una vez por todas y en forma contundente, que:
¡No queremos saber nada de los CUATREROS DE AYER ni de los CUATREROS
DE HOY!
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